sombrío, sí, para su corta edad,
pero que hacia el futuro, con cariño,
ayer le dedicó, con su verdad.
Eso que le escribió, quizá en tercetos,
- con una pluma embebida en tinta china
y a la luz de un trémulo candil -
tal vez sea el mayor de sus secretos
(como un tesoro sin mapa de la mina).
Sólo que nadie sabe en qué valija
la bisabuela encerró ese mensaje:
si duerme junto a sus guantes de encaje,
si se enredó en las sedas y bordados
del mantón de Manila o del traje
que usó, en otro siglo, en sus bodas.
El que tenga la llave que se presente,
el que tenga la llave que se presente,
o que se calle, o que se halle, o que se calle
para siempre.
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